17. SÉ COMPETENTE.1

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En una era de aparatos intrincados y máquinas y vehículos de alta velocidad, nuestra supervivencia y la de nuestra familia y amigos depende en gran medida de la competencia general de los demás.

En el mercado, en las ciencias, en las humanidades y en el gobierno,
la incompetencia2 puede amenazar la vida y el futuro de unas cuantas personas o de muchas.

Estoy seguro que puedes recordar muchos ejemplos de esto.

El Hombre siempre ha tenido un impulso por controlar su destino. La superstición, la propiciación a los dioses adecuados, las danzas rituales antes de una cacería, pueden considerarse como esfuerzos por controlar el destino, sin importar lo débiles o vanos que sean.

No fue sino hasta que él aprendió a pensar, a valorar los conocimientos y a aplicarlos con habilidad competente, que empezó a dominar su medio ambiente. Quizá el verdadero “regalo del cielo” ha sido el potencial de ser competente.

En ocupaciones y actividades comunes, el Hombre respeta la destreza y la habilidad; en un héroe o en un atleta, casi son objeto de adoración.

La prueba de la verdadera competencia es el resultado final.

El hombre sobrevive en la medida en que es competente. Perece en la medida en que es incompetente.

Estimula el logro de la competencia en cualquier ocupación que valga la pena. Felicítala y prémiala siempre que la encuentres.

Exige estándares altos de rendimiento. La prueba de una sociedad es si tú, tu familia y tus amigos pueden vivir en ella con seguridad o no.

Los ingredientes para ser competente incluyen la observación, el estudio y práctica.

17-1. Mirar.

Observa lo que ves, no lo que otro dice que estás viendo.

Lo que observas es lo que observas. Mira directamente los objetos, la vida y las personas, no los mires a través de una nube de prejuicio, una cortina de miedo o la interpretación de otros.

En lugar de discutir con los demás, hazlos ver. Se pueden penetrar las mentiras más flagrantes, se pueden exponer los mayores engaños, se pueden resolver los acertijos más intrincados, pueden ocurrir las revelaciones más extraordinarias si sólo le pides a alguien con gentileza que mire.

Cuando alguien encuentra todo casi demasiado confuso y difícil de soportar, cuando está perdiendo el juicio, sólo haz que dé un paso atrás y observe.

Por lo general, lo que encuentra es muy obvio cuando lo ve. Después podrá seguir adelante y resolver la situación. Pero si no lo observa por sí mismo, si no lo mira, puede serle un poco irreal y todas las instrucciones, órdenes y castigos del mundo no podrán resolver su confusión.

Uno puede indicar a las personas en qué dirección mirar y sugerirles que miren: las conclusiones dependen de ellos.

Un niño o adulto ve lo que ve y eso es la realidad para él.

La verdadera competencia se basa en la habilidad para observar que tiene la persona. Con eso como realidad, sólo entonces puede ser diestra y estar segura.

17-2. Aprende.

¿En alguna ocasión alguien tuvo información falsa sobre ti? ¿Esto te causó problemas?

Eso te dará una idea del caos que puede causar la información falsa.

También podrías tener información falsa sobre otros.

Separar lo falso de lo verdadero conduce a la comprensión.

Existe mucha información falsa. La fabrican personas con malas intenciones para lograr sus propósitos. Parte de ella viene de la simple ignorancia de los hechos. Y puede obstaculizar la aceptación de información verdadera.

El proceso principal del aprendizaje consiste en inspeccionar la información disponible, separando lo verdadero de lo falso, lo importante de lo que no lo es, y llegar así a conclusiones propias que se pueden aplicar. Al hacer esto, se avanza mucho en el camino a ser competente.

La prueba de cualquier “verdad” es si es verdad para ti. Si cuando recibes un conjunto de datos, aclaras cualesquiera palabras malentendidas en eso y analizas la situación, pero aún así la información no parece ser verdadera, entonces no lo es en lo que a ti respecta. Recházala. Y, si lo deseas, profundiza más y concluye cuál es la verdad para ti. Después de todo, eres quien deberá emplearla o no, quien deberá pensar o no con ella. Si aceptas a ciegas “hechos” o “verdades” sólo porque se te dice que debes aceptarlos, “hechos” y “verdades” que no te parecen verdaderos o que te parecen falsos, el resultado final puede ser desdichado. Es el callejón que lleva al basurero de la incompetencia.

Otro aspecto del aprendizaje sólo exige memorizar datos: como la ortografía de las palabras, tablas y fórmulas matemáticas, la secuencia en que se deben oprimir algunos botones. Pero aun en la simple memorización, se debe conocer el propósito del material, y cuándo y cómo emplearlo.

El proceso de aprendizaje no es sólo apilar información sobre más información. Es alcanzar una nueva comprensión y mejores maneras de hacer algo.

De hecho, los que progresan en la vida nunca dejan de estudiar y aprender. El ingeniero competente se mantiene actualizado; el buen atleta revisa continuamente los avances en su deporte; todo profesional tiene a su disposición muchos libros de texto y los consulta.

El nuevo modelo de batidora de huevos o de lavadora y el automóvil del último año, todos exigen algo de estudio y aprendizaje antes de que alguien pueda manejarlos en forma competente. Cuando esto no se hace, el resultado son accidentes en la cocina y montones de chatarra ensangrentada en las carreteras.

Es muy arrogante el que cree que ya no tiene nada que aprender en la vida. Es un individuo peligrosamente ciego el que no puede deshacerse de sus prejuicios e información falsa, y reemplazarlos con hechos y verdades que podrán ayudarlo mejor en su vida y en la de todos los demás.

Existen formas de estudiar de tal manera que uno realmente aprenda y pueda emplear lo que se aprende. En pocas palabras, debes tener un maestro y/o textos que sepan de lo que tratan; debes aclarar todas las palabras que no entiendas por completo; consultar otras referencias y/o el escenario del tema; debes encontrar la información falsa que pudieras tener: separar lo falso de lo verdadero tomando en cuenta lo que ahora consideras verdad. El resultado final será certeza y el potencial de ser competente. De hecho, puede ser una experiencia tan resplandeciente y satisfactoria como escalar una montaña peligrosa a través de zarzas, hasta llegar a la cumbre para descubrir una visión nueva de todo el amplio mundo.

Para sobrevivir, una civilización debe cuidar los hábitos y habilidades de estudio en sus escuelas. Una escuela no es un lugar donde se envía a los hijos para que no estorben durante el día. Sería un gasto extremo si sólo tuviera esa finalidad. Tampoco es un lugar donde se fabrican loros. La escuela es donde debemos aprender a estudiar y donde los jóvenes pueden prepararse para hacer frente a la realidad, aprender a manejarla competentemente y estar preparados para hacerse cargo del mundo del mañana, el mundo en que los que ahora son adultos estarán en su edad madura o en su vejez.

El criminal empedernido nunca aprendió a aprender. Repetidamente, los tribunales han tratado de enseñarle que si vuelve a cometer un crimen, regresará a prisión. La mayoría vuelve a cometer el mismo crimen y regresa a prisión. De hecho, los criminales son la causa de que se aprueben cada vez más leyes: el ciudadano decente es el que las obedece; los criminales, por definición, no lo hacen: los criminales no pueden aprender. No existen órdenes, indicaciones, castigos o coacción que puedan lograr algo en un individuo que no sabe aprender y no puede hacerlo.

Una característica del gobierno que se ha vuelto criminal (como ha sucedido algunas veces en la historia) es que sus líderes no pueden aprender: los archivos y el sentido común pueden decirles que el desastre sigue a la opresión; sin embargo se necesitó una revolución violenta para resolver esto o una Segunda Guerra Mundial para deshacerse de un Hitler y esos fueron sucesos muy desdichados para la Humanidad. Esas personas no aprendieron. Se deleitaron con información falsa. Rechazaron toda evidencia y toda verdad. Fue necesario destruirlas.

Los dementes no pueden aprender. Al ser impulsados por intenciones malignas que están ocultas, o al estar oprimidos más allá de su habilidad para razonar, los hechos, la verdad y la realidad están muy por encima de su realidad. Personifican la información falsa. En realidad no percibirán ni aprenderán o no pueden percibir ni aprender realmente.

Una multitud de problemas sociales y personales surgen de la inhabilidad para aprender o de negarse a hacerlo.

La vida de algunas personas cercanas a ti se ha descarriado porque no saben estudiar, porque no aprenden. Es probable que puedas pensar en algunos ejemplos.

Si no podemos hacer que quienes nos rodean estudien y aprendan, nuestro trabajo puede ser más difícil y excesivo, y nuestro potencial de supervivencia puede reducirse mucho.

Uno puede ayudar a otros a estudiar y aprender si tan solo pone a su alcance la información que deberían tener. Uno puede ayudar con sólo reconocer lo que han aprendido. Uno puede ayudar apreciando cualquier demostración de mayor competencia. Si lo desea, puede hacer algo más: es posible auxiliar a otros ayudándolos, sin discutir, a descartar información falsa, ayudándolos a encontrar y aclarar palabras que no hayan entendido, ayudándolos a encontrar y resolver las razones por las que no estudian ni aprenden.

Como la vida es, en su mayor parte, ensayos y errores, en lugar de reprender a quien comete un error, averigua por qué lo cometió y ve si puede aprender algo de él.

En ocasiones te podría sorprender que con sólo hacer que una persona estudie y aprenda seas capaz de desenredar su vida; estoy seguro de que puedes pensar en muchas maneras de hacerlo. Y creo que encontrarás que las mejores son las que incluyen bondad. El mundo ya es suficientemente brutal para las personas que no pueden aprender.

17-3. Practica.3

El aprendizaje rinde frutos cuando se aplica. Por supuesto, se puede buscar la sabiduría por sí misma: existe en ella cierta belleza. Pero, a decir verdad, nunca sabremos si somos sabios o no hasta ver los resultados de tratar de aplicarla.

Cualquier actividad, habilidad o profesión, cavar zanjas, ser abogado, ser ingeniero, cocinar o lo que sea, sin importar lo bien que se haya estudiado, finalmente se enfrenta a esta prueba decisiva: ¿podemos HACERLO? Y hacerlo requiere práctica.

Los dobles de cine que no practican primero, se lastiman. También las amas de casa.

En realidad, la seguridad no es un tema popular. Debido a que normalmente va acompañada de “ten cuidado” y “ve despacio”, las personas pueden sentir que se les está limitando. Pero existe otro enfoque: si en verdad ha practicado, la habilidad y destreza de una persona serán tales que no es necesario “tener cuidado” o “ir despacio”. Sólo la práctica hace posible que la alta velocidad de movimientos sea segura.

Nuestras habilidades y destrezas deben elevarse al nivel de velocidad de la era en que vivimos, y eso se logra con la práctica.

Uno puede entrenar su cuerpo, sus ojos, sus manos y pies, hasta que, con la práctica, en cierto modo “llegan a saber”. Ya no tiene que “pensar” para encender la estufa o estacionar el automóvil: sólo lo HACE. En cualquier actividad, gran parte de lo que se considera “talento” en realidad sólo es práctica.

Si no se planea cada movimiento que se llevará a cabo para hacer algo y luego se repite una y otra vez hasta poder hacerlo sin pensar y hacerlo con velocidad y precisión, podemos preparar el escenario para tener accidentes.

Las estadísticas tienden a confirmar que la gente que ha practicado menos, tiene más accidentes.

El mismo principio se aplica a los oficios y profesiones en que se emplea ante todo la mente. El abogado que no ha practicado, practicado y practicado los procedimientos del tribunal, tal vez no ha aprendido a cambiar su enfoque mental con suficiente rapidez para hacer frente a las novedades del caso y lo pierda. Un corredor de bolsa inexperto y sin práctica, podría perder una fortuna en minutos. Un vendedor nuevo que no ha ensayado la forma de vender, puede morir de hambre por falta de ventas. ¡La respuesta correcta es practicar, practicar, practicar!

A veces uno encuentra que no puede aplicar lo que ha aprendido. De ser así, los errores se atribuyen al estudio inadecuado, al maestro o al texto. Leer las instrucciones es una cosa; a veces es algo totalmente distinto intentar aplicarlas.

En ocasiones, cuando no llegamos a ninguna parte con la práctica, es necesario deshacernos del libro y empezar desde el principio. Es lo que sucedió en el campo de las grabaciones de sonido para películas: si siguiéramos lo que dicen los textos de grabación, no lograríamos que el canto de un pájaro sonara mejor que una sirena de niebla. Es por eso que en algunas películas no se entiende lo que dicen los actores. El buen grabador de sonido tiene que descubrir todo por sí mismo para poder hacer su trabajo. Pero en ese mismo campo del cine, también sucede todo lo contrario: existen varios libros sobre iluminación que son excelentes: si se siguen con exactitud, se logra una escena muy bella.

Es lamentable, en particular en una sociedad en que la tecnología alcanza altas velocidades, que no todas las actividades se expliquen de manera adecuada en textos que se puedan entender, pero eso no debe detenernos. Cuando haya textos buenos, valóralos y estúdialos bien; cuando no, reúne los datos disponibles, estúdialos y descubre lo que falta.

Pero la teoría y la información florecen sólo cuando se aplican y se aplican con práctica.

Estamos en peligro cuando quienes nos rodean no practican sus habilidades hasta realmente poder HACERLAS. Existe una vasta diferencia entre “bastante bien” y hacerlo con la habilidad y destreza de un profesional. Ese abismo se supera con la práctica.

Haz que las personas observen, estudien, lo resuelvan y luego lo hagan. Y cuando lo hagan bien, haz que practiquen, practiquen, practiquen, hasta que lo puedan hacer como profesionales.

Existe mucho gozo en la habilidad, en la destreza y en moverse rápido: sólo puede hacerse con seguridad cuando se tiene la práctica. Tratar de vivir en un mundo de alta velocidad con personas de baja velocidad no es muy seguro.

Se viaja mejor en el camino a la felicidad
cuando se tienen
compañeros competentes.

  1. 1. competente: capaz de hacer bien aquello a lo que uno se dedica; diestro; hábil para hacerlo; que está a la altura de las exigencias de las actividades.
  2. 2. incompetencia: carecer de conocimientos, destrezas o habilidades adecuados; inexperiencia;
    incapacidad; que se pueden cometer errores o equivocaciones importantes; torpeza.
  3. 3. practicar: ejercitar o ejecutar repetidamente para adquirir o pulir una habilidad.